sábado, 25 de agosto de 2012

Ansiedad (2)


Es ese piso. Esas paredes anaranjadas remueven mi estómago hasta quitarme todo el aire que guardo dentro de mí. Durante dos semanas me he creído mentalmente invencible. No era cierto.

Tantos años engañando a mi mente que ahora ella me engaña a mí. Ha aprendido a desconectarme, a guardar sin mi permiso cualquier recuerdo en esa cajita oscura cerrándola bien fuerte. ¿Para qué? Para que un día no pueda cerrarse llena de tantos recuerdos y explote.

¡Qué ilusa he sido! Durmiendo ocho horas, relajándome… Esa caja se iba llenando lentamente mientras mi mente me lo escondía. Hasta hoy. Hoy ha explotado y la escoba ha caído al suelo mientras mis manos buscaban equilibrio en la pared. Me estaba desmayando.

Suerte mía será, que no es la primera caja que rompo y sé repararla a tiempo. Aún sin ser invencible, aunque sí indestructible, espero que algún día la caja no se repare y pueda eliminarla definitivamente. 

viernes, 17 de agosto de 2012

*Desamor*


¡Resaca traicionera!
Haces que mi cuerpo me pida su ser,
Sus manos y dedos perfectos que hacen
Que mi adicción aumente.

Sí, soy adicta a esa lujuria no contenida,
A esa salvaje muestra de pasión por doquier.

Mi cuerpo extraña el suyo
Y mi yo interior no puede hacer nada
Para olvidar este síndrome de abstinencia.

Me he quedado sin mi droga
Y el fuego que hay en mí
No se apaga, se condensa.

No puedo hacer más que esperar,
Que imaginar esas horas muertas
Aliviando el dolor con mi pena. 

viernes, 3 de agosto de 2012

Laia


Tengo la sensación de que un día me cruzaré contigo por las calles reformadas y bonitas o por el barrio con aires de años noventa de nuestro pueblo. Es un sentimiento extraño porque hacía bastante tiempo que no sabíamos la una de la otra. Bueno, puede que yo de ti sí supiese algo. Pero cuando el más reciente recuerdo juntas nos sitúa en los últimos años de nuestra adolescencia, escribir cualquier estupidez sin importancia a través de una red social parece la mejor solución. Pues no lo es.

Siempre he pensado que la gente se va cruzando en tu camino por algo. La primera vez que tú dejaste huella en el mio fue por aquella conversación a la hora del patio, estiradas en el campo de fútbol arriesgando nuestras caras rojizas medio protegidas por aquellas gafas delgadas de cristales pequeños y frágiles, cuando me dijiste que habías decidido ser vegetariana. Sin darte cuenta abriste una gran puerta de alternativas para mí.

Después de estos cinco meses llevando conmigo esta enfermedad sin relevancia con la mejor de mis sonrisas y a la vez de mis lágrimas, te has ido. Y al irte me has tocado el hombro mientras te desvanecías en el aire. Al girarme sorprendida he visto tu sonrisa y tus lágrimas dulces han mojado mi alma. De esperanza, eso sí.

La energía que me has regalado me ha abierto otra puerta, pero no llena de alternativas. Llena de ilusión. Y ahora sé, que pese a todo, estaré bien.