sábado, 3 de octubre de 2009


Cada árbol que me protege de la lluvia

siento como si me protegiera del sol.

Y cada parque o lago

me rodean como el calor.


El olor a hierba mojada,

o el escalofrío que siento al soplar el viento,

hacen que me sienta feliz

aunque no sea en casa.


Viajera pequeña de corazón enorme que

ha sabido adaptarse, antes o después,

a cada país que ha visitado,

a cada cultura que ha conocido,

y a cada sensación que ha experimentado.


Tiendo a pensar que en realidad no tengo

ni tierra ni hogar que me retenga.

Tiendo a pensar que mi cuerpo y mi alma,

es tan libre cuando se va

como cuando se queda.