viernes, 3 de agosto de 2012

Laia


Tengo la sensación de que un día me cruzaré contigo por las calles reformadas y bonitas o por el barrio con aires de años noventa de nuestro pueblo. Es un sentimiento extraño porque hacía bastante tiempo que no sabíamos la una de la otra. Bueno, puede que yo de ti sí supiese algo. Pero cuando el más reciente recuerdo juntas nos sitúa en los últimos años de nuestra adolescencia, escribir cualquier estupidez sin importancia a través de una red social parece la mejor solución. Pues no lo es.

Siempre he pensado que la gente se va cruzando en tu camino por algo. La primera vez que tú dejaste huella en el mio fue por aquella conversación a la hora del patio, estiradas en el campo de fútbol arriesgando nuestras caras rojizas medio protegidas por aquellas gafas delgadas de cristales pequeños y frágiles, cuando me dijiste que habías decidido ser vegetariana. Sin darte cuenta abriste una gran puerta de alternativas para mí.

Después de estos cinco meses llevando conmigo esta enfermedad sin relevancia con la mejor de mis sonrisas y a la vez de mis lágrimas, te has ido. Y al irte me has tocado el hombro mientras te desvanecías en el aire. Al girarme sorprendida he visto tu sonrisa y tus lágrimas dulces han mojado mi alma. De esperanza, eso sí.

La energía que me has regalado me ha abierto otra puerta, pero no llena de alternativas. Llena de ilusión. Y ahora sé, que pese a todo, estaré bien.   





1 comentario:

Alba dijo...

Es triste pensar que la muerte de alguien aporta positivamente que te impulsa un poco más las ganas de vivir aunque estés triste porque se ha ido.

Y sí, estoy muy de acuerdo en eso que dices que las personas se cruzan por alguna razón, aunque alomejor es un pretexto para sentirnos mejor con las pérdidas (de contacto también) y cuando no sale todo como quisieramos.

Lo que has escrito me ha hecho pensar mucho. En cómo cambian las cosas con el tiempo, no? Teniendo aquella conversación de la que hablas, nunca te llegas a imaginar que las cosas estarían así ahora.

Cuando alguien se va, sea por la razón que sea, es costumbre pensar en lo que nos ha aportado positivamente, en lo bueno que tiene. Aquella frase mítica de 'qué bueno era...'. Como un tributo que le damos, no? O un regalo... Como si no tuviera bastante habiéndose ido para que hablemos mal... Creo que hay que recordarlo todo, lo máximo posible aunque sea una carrera contrareloj contra el tiempo y la memoria, que siempre borran lo que les parece (la voz y los gestos sobretodo, que se diluyen...). Y la memoria engaña tanto idealizando, que al final no queda nada de quién recordábamos.

Este escrito refleja una de las cosas que esta persona ha influido en ti, que al final ha sido tu filosofía de vida o parte importante de ella. Es muy importante, y lo que hace muy válido tu escrito (y aunque lo parezca creo que no estoy escribiendo una contradicción aquí...)

Te envio muchos ánimos desde aquí. Una de las cosas buenas también es que acabas de escribir otra cosa. Ya sabes que pienso que esto siempre nos quedará aunque aquí una servidora vuelva a estar bloqueadísima... Y cuando avances en lo tuyo quiero leerlo eh!