Y llorar cada día
como si fuese la única acción que aún puedo controlar. Mentira. Ni siquiera mis
lágrimas obedecen mis deseos. Ellas intervienen cuando quieren y yo aprovecho
para engañarme. Sí, el engaño de pensar que todavía tengo fuerza, que todavía
puedo hacer lo que a mi mente le plazca ya que mi cuerpo le seguirá. Pero no le
sigue. ¿Por qué? Porque duele. Todo duele. Puedo sentir hasta el más inmenso
dolor en la punta de mi dedo meñique y eso provoca el más inmenso vacío en el
fondo de mi estómago.
Veo el sol por la
ventana pero sus rayos no llegan a mi piel. Los rayos de luz no consiguen
traspasar el fino vidrio para acariciar mi cuerpo. Mi cuerpo enfermo. Estoy
enferma y nada ni nadie consigue que estos rayos me ayuden. Porque el seguir
adelante con este dolor es como tener a alguien en el oído que te susurra a
todas horas: estás enferma, estás enferma, estás enferma…
Y lo estoy. Y mi
vida también lo está. Así que mi vida y yo nos cogeremos de la mano mientras
bajamos la persiana en silencio…
7 comentarios:
Nada optimista, no puede ser! ni siquiera el final!
El optimismo está sobre valorado, jajajaja!
Alomejor sí, pero es lo que ayuda a salir de todo. Apúntate a mi religión, si al fin y al cabo fuiste tú quien me dio la idea!
Cierto! La religión Emilio Duró, el del vídeo. Aun así no creo que la tristeza se tenga que disfrazar de optimismo. De hecho, si sientes tristeza es un signo de que pasará y pronto la alegría vendrá. Al fin y al cabo, eso es ser optimista, o no?
Sí. Pero si estás así mucho tiempo hay un riesgo... Tú intenta siempre quitarle hierro a todo. Creo que esa siempre es la 'key' de todos los problemas, por muy graves que sean...
optimismo no es eso. Optimismo es darse cuenta que, bajar la persiana es algo que haces por iniciativa propia. Que aunque no sea lo mejor que puedes hacer, es algo que tú así lo has decidido... creo yo
Publicar un comentario